9.28.2010


Eran las seis y media. Una de esas largas tardes de verano en las que la ropa se te pega, pegajosa, y parece que el reloj se ha parado, dejando paso a una aburrida calma. Él vuelve a mirar el reloj, ansioso, y vuelve a suspirar. ¿Pasará hoy por aquí? Ha venido solo a verla a ella, cuando en realidad tenía miles de cosas mejores que hacer. Pero era de esperar… ha estado meses concienciándose para que no terminara así, en el parque favorito de su ex novia, buscándola con la mirada cada vez que ve a una chica bonita. Llevaba viniendo dos días seguidos al parque, a su parque favorito, desde que ha llegado, y todas las visitas han sido en balde… “Pero a la tercera va al vencida, Rodri…”. Aún recuerda las tardes enteras pegados al ordenador, viéndola sonreír, solamente conectados para hablar con el otro… Y también se acuerda como la cagó, como se abandonó en el miedo y dejó que terceras personas se incumbieran en lo que solamente ellos eran dueños. Y ya son tantos días, tantos meses sin hablar con ella… Pero bueno, estaba decidido a cambiar su error, estaba deseando disculparse por hacerla sufrir, por sus lágrimas, por todo los momentos perdidos. Rodri mira como se esconde el sol, y piensa abatido que ya es hora de irse, pero antes de que lo decida, dos sombras aparecen agarradas de la mano, riendo.

Unos minutos antes, en la otra punta del parque…

-Oscar, ¿te quieres estar quieto ya? –Gruñe Raquel, mirando a su novio con cara de asesina-

-Pero mujer, venga, no tengas miedo, que no te va a pasar nada. ¡Miedica! –ríe él mientras le saca la lengua, agarrándola fuerte para que no se caiga.

-Suéltame, no es por miedo, es porque estamos en un parque público idiota. –él sigue riendo, y le da un beso leve, para callarla. Sabe que le gusta que la callen así…

-Me llamas idiota… pero bien que te gusta todas estas tonterías, ¿eh?

-Anda, calla y no lo estropees, vamos a seguir andando. –él la mira y le agarra la mano, para seguir hablando de chorradas mientras se recorren el parque favorito de ella, riendo como dos tontos enamorados.

Caminan despacio, sin pararse si quiera a calcular el tiempo que llevan allí, y van de una punta a otra, sentándose en sus rincones favoritos. Y así, entre risas y juegos prohibidos, van llegado a la puerta…

-Venga, admite por lo menos que este verano está siendo increíble, el mejor de vida, nena –él el guiña un ojo, y ella le responde con un condazo, riendo. –Y solo porque estoy yo.

-Venga, si, ¿y entonces te despiertas sudando, no? –Raquel ríe, feliz, cuando de pronto una sombra a sus espaldas.

-¿Raquel? –dice Rodri, demasiado sorprendido por verla con otro como para reaccionar. Ella se gira, sin creer de quien es la voz del chico que la llama. Pero cuando le mira todo se va abajo. Suelta la mano de Oscar sin apenas darse cuenta, incapaz de creer lo que sus ojos le muestran.

-¿Rodri?

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